sábado, 14 de marzo de 2015

...No estoy diciendo que todo es recuperable

Solo que todo, excepto lo último lo es (morir).-[..]

- Cuando he pensado en él muriendo, que ciertamente es mucho, siempre pensé en ello como tu dijiste, que todas las cuerdas se rompieron dentro de él. Pero hay mil maneras de verlo: tal vez las cuerdas se rompieron, o tal vez nuestras naves se hundieron, o tal vez somos hierba... nuestras raíces tan interdependientes que nadie ha muerto mientras haya alguien que todavía esté vivo. No sufrimos de una escasez de metáforas, es lo que quiero decir. Pero debes tener cuidado con la metáfora que elijas, porque  importa. Si eliges las cuerdas, entonces estás imaginando un mundo en el puedes romperte irreparablemente. Si eliges la hierba, estás diciendo que todos estamos infinitamente interconectados, que podemos utilizar estos sistemas de raíces no solo para entendernos unos a otros, sino para convertirnos los unos en los otros. Las metáforas tienen implicaciones. ¿Sabes lo que quiero decir?.

Ella asiente.

- Me gustan las cuerdas. Siempre lo han hecho. Porque así es como se siente. Pero las cuerdas hacen que el dolor parezca más letal de lo que es, creo. No somos tan frágiles como las cuerdas podrían hacernos creer. Y me gusta la hierba también. La hierba me trajo a ti, me ayudó a imaginarte como una persona real. Pero no somos diferentes brotes de la misma planta. No puedo ser tu. Tú no puedes ser yo. Puedes imaginar bien a otro... pero nunca perfectamente, ¿sabes?.

- Tal vez es más como dijiste antes, todos nosotros estando agrietados. Como si cada uno de nosotros comienza como una vasija hermética. Y estas cosas pasan... estas personas nos abandonan, o no nos quieren, o no nos entienden, o nosotros no los entendemos, y nos perdemos, y fallamos, y nos herimos unos a otros. Y la vasija comienza a agrietarse en algunos lugares. Y quiero decir, si, una vez que a la vasija se le abre una grieta, el final se vuelve inevitable. Una vez que empiece a llover dentro del Osprey, nunca será remodelado. Pero está todo este tiempo entre el momento en que las grietas comienzan a abrirse y cuando finalmente nos caemos a pedazos. Y es solo en ese momento que podemos vernos unos a otros, porque nos vemos a nosotros mismos a través de nuestras grietas y dentro de los demás a través de las suyas. ¿Cuándo nos vinos uno al otro cara a cara?. No fue sino hasta que viste por mis grietas y yo vi por las tuyas. Antes de eso, estábamos viendo las ideas del otro, como mirar la cortina de tu ventana, pero sin llegar a ver el interior. Pero una vez que la vasija se agrieta, la luz puede entrar. La luz puede salir.

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